Entre dos Navidades

Necesito respirar un ratito mientras hago maletas, así que voy a aprovechar para escribir un segundito y recuperar el equilibrio.

Navidad es una palabra con muchos significados o más bien con numerosas sensaciones acopladas. Para algunas personas puede ser tiempo de fiesta, felicidad y magia, para otras por el contrario, de soledad y nostalgia. Lo que sí está claro, es que para pocas personas es indiferente.

Yo en este aspecto soy muy afortunada, me siento feliz en Navidad. Me encanta ver en mis hijos reflejada la ilusión y la magia. Esa magia que yo sentí de niña y que gracias a ellos la estoy reviviendo de nuevo.


Están en una edad perfecta... el pequeño se disfraza de Santa Claus a ver si se le pega su magia, se ha construido un trineo con cartones reciclados y va por casa con una bolsa de basura al hombro como si estuviera repartiendo regalos. La mente analítica de mi hija ha sucumbido al influjo navideño, y fue capaz de emocionarse cuando visitamos La Isla de la Navidad y Santa la cogió en su regazo.



Este año pensaba que nuestra Navidad iba a empezar al aterrizar en España, pero reconozco que la estoy viviendo por partida doble. Como dicen mis hijos ¡aquí todo empieza antes! Y en Irlanda es preciosa... cuidada y musical. Las calles se llenan de luces, de canciones navideñas cantadas en directo y de personas vestidas para la ocasión (los jerseys típicos tienen hasta luces). Incluso decoran los coches como si fueran Rudolf. ¡Creo que hay cosas que nunca dejarán de sorprenderme!



Os deseo ¡Feliz Navidad a todos!, que nos quedemos con las cosas buenas, especialmente con las personas que lejos o cerca nos quieren y que como dice una amiga, que nuestras tristezas se conviertan en esperanzas.

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